sábado, 22 de febrero de 2014

Nueve razones para irte de Erasmus


Después de todos estos meses metida hasta las cejas en la docencia (y aquí sigo) me he planteado escribir una entrada diferente que no tenga nada que ver. Para ello, voy a rememorar mis experiencias en el extranjero y, especialmente, la primera: mi año Erasmus.

Siempre he dicho que para un estudiante de TeI, irse de Erasmus debería ser prácticamente algo obligatorio. Pero, claro, hoy en día, con las reducciones de las becas, ¿cómo voy a atreverme a decir algo así? Lo que sí puedo es alzar la voz para reivindicar el acceso a una experiencia que, estoy convencida, ayuda a construir Europa mucho más que la mayoría de las sesiones plenarias de Estrasburgo.

Dejando a un lado el aspecto económico (intentémoslo al menos por un ratito): ¿por qué un estudiante de Traducción e Interpretación debería hacer todo lo posible por irse de Erasmus?

1. Porque el inglés (alemán, francés, italiano...) de mi libro de texto es mucho más aburrido que el de la vida real. ¿Les cuento un secreto? No me gustaban mucho las clases de idiomas en el cole. Las de Lengua sí, pero las de Alemán e Inglés, no. ¿Por qué? Porque me parecía que estaba estudiando idiomas artificiales, acartonados, no veía naturalidad alguna en los textos de los libros ni en las audiciones que escuchábamos. Esto ocurre sobre todo en los primeros niveles, cuando se trabaja con pocos textos o discursos auténticos en el aula. Se empieza a atisbar la esencia del idioma extranjero a través de series, películas o novelas. Sin embargo, la forma óptima de entrar en contacto con esta esencia es cuando se practica una inmersión total en el país extranjero.

2. Porque aprenderás una barbaridad de inglés (alemán, francés, italiano...) incluso aunque vayas con un nivel muy alto. Creo que para notar una gran mejoría durante el año Erasmus, es ideal un nivel de partida entre un A2 alto y un B2 bajito. No obstante, esto no quiere decir que si uno va a un país del cual ya posee un nivel superior, no vaya a aprender aún así muchísimo vocabulario, además de adquirir soltura y abrir los oídos a distintos acentos e incluso dialectos. Fue lo que me pasó a mí en Viena. Mi nivel de partida de alemán era muy alto, pero decidí irme a Austria, donde se habla un alemán un poco diferente, y aprendí muchísimo. Al principio me costó hacer el oído a los acentos austriacos, pero poco a poco fui mejorando y ahora siento que tengo un bagaje mayor del idioma alemán que si hubiera pasado aquellos meses en un lugar donde se hablara alemán estándar.

3. Porque no entenderás un idioma sin conocer su cultura ni entenderás una cultura sin conocer el país. Vale, exagero, puedo conseguir un bagaje cultural enorme de un país en concreto solo poniéndome a estudiar, ¿pero es lo mismo que pisar el país, visitar sus monumentos, charlar con sus gentes, experimentar personalmente las consecuencias de su trayectoria histórica? Yo creo que no.

4. Porque merece la pena aprender a vivir solos. El año Erasmus, no vamos a engañar a nadie, suele ser un año light en cuanto a los estudios, precisamente porque hay que dar también importancia y conceder tiempo a otro tipo de experiencias (sociales, culturales, etc.) y, si las cosas son como tienen que ser y tenemos nuestra beca, tampoco tendremos que preocuparnos de forma exagerada por el dinero. En un contexto así, da gusto independizarse. No siempre, claro, también están los momentos complicados, pero estos forman parte de la experiencia igual que los buenos y puede que hasta aprendamos más cosas de ellos.

5. Porque optimizarás la relación con tu familia. Esto puede sonar raro, pero creo que no lo es. La distancia tiene muchas consecuencias: una de ellas, que aprenderás a depender menos emocional o psíquicamente de las personas de las que sueles estar rodeado en tu ciudad natal; otra, por el contrario, que querrás a esas personas muchísimo más cuando tengas la oportunidad de volver a verlas. Por otro lado, la vuelta a casa después de un Erasmus suele ser siempre agridulce y durante las primeras semanas, habremos aprendido a contemplar nuestra vida familiar desde fuera, dándonos mayor cuenta de los puntos fuertes y de los débiles. Lástima que la rutina nos haga desaprender todo otra vez.

6. Porque podrás cursar asignaturas que no se ofertan en tu facultad. Esta es otra gran ventaja. Yo, en concreto, cursé tres optativas en Viena que no se ofertaban en la ULPGC. Como Erasmus, puedes elegir lo que te dé la gana y nadie te va a dejar fuera de una clase (así era, al menos, en mi época). Si vas a un país en el que se hable un idioma poco común, podrás aprenderlo y convalidarlo por una Lengua D.

7. Porque conocerás un montón de gente y un montón de lugares. Cuando se es Erasmus, normalmente se hacen amigos Erasmus, es decir, amigos de muchos países distintos, lo cual supone una riqueza cultural enorme, incluso si luego no mantienes con ellos tanto contacto como querrías. Además, lo normal cuando uno está de Erasmus es viajar, y mucho. Seguro que nunca olvidarás los lugares que visitaste durante tu Erasmus.

8. Porque lucirá de maravilla en tu CV. En el CV de un traductor, desde luego, pero en el de cualquier otra persona, también. A los empleadores les gusta contratar a gente que es capaz de decidir irse a vivir en el extranjero, de desenvolverse en un entorno extraño y de utilizar otro idioma.

9. Porque solo tendrás esta oportunidad una vez en la vida. A menos que estudies otra carrera :-P


Estas son solo algunas razones que se me han ocurrido sobre la marcha. ¿Añadirías más a la lista? 

¡Seguro que sí! Y a ti, estudiante en duda, solo puedo decirte: ¿a qué esperas?