domingo, 6 de abril de 2014

¿Caminamos en espiral o en línea recta?: Dos sistemas educativos en contraste

El objetivo de la entrada de hoy es comparar los dos sistemas educativos de los que he podido formar parte durante mi vida estudiantil y ahora, también, de profesora. La oportunidad de haber conocido a fondo tanto el sistema español como el alemán me permite contrastar sus virtudes y sus defectos, y tengo que decir que no tengo en absoluto ninguna duda sobre por cuál me decanto.

Por un lado, está el asunto de los itinerarios y del momento en el que uno decide por dónde quiere encaminarse. Alemania ha tenido tradicionalmente una educación más segregadora, donde los alumnos eligen (o elegían, pues parece que este sistema está en retroceso) muy pronto si querían ir a la universidad o hacer una formación profesional. No daré mi opinión sobre este asunto, porque en realidad quiero hablar hoy de algo diferente, pero solo subrayo una diferencia clave entre ambos países a este respecto: en Alemania, hacer una FP está muy bien visto en la sociedad, no se considera un fracaso, una solución para quien «no vale lo suficiente como para sacar unos estudios universitarios», como sí parece que ocurre en España, donde el afán por el prestigio social insta a optar por el camino universitario.

No obstante, sobre lo que quiero llamar la atención hoy es la forma, distinta entre un país y otro, de estructurar los temarios y de abordar los contenidos.

Vamos con la estructuración. En España, como sabemos, se cree en los temarios «en espiral». ¿Qué quiere decir esto? Que si estoy estudiando varios años una asignatura, voy a estudiar una vez, y otra, y otra, y otra más, cada tema. Cada año voy a ver casi «un poquito de todo», supuestamente con un pelín más de profundidad que el año anterior. A veces dejo un lapsus de dos años. Vale, un año hacemos análisis morfológico en Lengua y al otro, análisis sintáctico. Al tercero volveremos al morfológico. Venga, en Sociales, un curso Geografía, al otro Historia, después volvemos a la Geografía, y luego de nuevo a la Historia. En Inglés... ¡ay, en Inglés! Apuesto un brazo a que empezaremos el curso presentándonos y repasando el verbo to be. ¿Y lo acabaremos habiendo aprendido más que en el anterior? Ojalá, pero la realidad es que los alumnos terminan la Secundaria solo con un A2 alto, después de un mínimo de diez años estudiando el idioma. ¿A alguien más le parece raro?

¿Es malo repasar algo que ya se ha dado? No. De hecho, es necesario. Pero basar nuestro sistema educativo en esta premisa no me parece nada adecuado. Además, una de los consecuencias de tal decisión es que tengamos que seguir programaciones demasiado amplias y ambiciosas, solo para que los alumnos estudien todos los temas por encima y, al próximo curso, no recuerden más que los mínimos más básicos.

Los alemanes trabajan de forma diferente. Sus temarios son lineales. Ellos entienden que cuando un alumno ha estudiado bien algo, no hace falta seguirlo repitiendo curso tras curso. Esto implica, claro está, estudiar cada tema con mayor profundidad y, lógicamente, reducir el temario anual. Ejemplos sencillos: en el colegio no empezamos a analizar oraciones compuestas en Lengua hasta Bachillerato, no empezamos con las ecuaciones antes de 2º de la E.S.O en Matemáticas, dimos Geografía hasta 1º de la E.S.O. y a partir de ahí empezamos con la Historia, desde la Prehistoria hasta la actualidad. Además, mis profesores se las arreglaban para que, mientras estudiaba el Renacimiento en Historia, lo estuviera dando también en Lengua y Literatura e incluso en Educación Plástica (Arte, como la llaman en Alemania). Muchas veces utilizábamos un mismo libro de texto durante dos años, o durante un año y pico, y no pasaba nada. No había por qué terminar el libro de texto sí o sí en junio, habiendo pasado por todos los temas como un vendaval y sin recordar casi nada en septiembre.

No obstante, las diferencias no se limitan a la estructuración del temario, sino también a la forma de abordar nuevos contenidos. Puesto que en el colegio teníamos asignaturas en español y en alemán, las distinciones entre ambos estilos educativos quedaban muy claras. Mientras en Matemáticas en español había que aprenderse toda una lista de derivadas de memoria, en las Matemáticas en alemán introducían siempre los temas a partir de la lógica que había detrás de ellos, de manera que entendíamos cómo se calculaba una derivada y éramos capaces de calcular cualquiera que nos pusieran delante. No nos explicaban el nuevo tema sin más, nos hacían pensar para que llegáramos nosotros mismos a la conclusión que daba paso al nuevo tema. ¿De qué forma podemos avanzar más rápido? Por supuesto, de la primera. ¿Pero cuál es la que nos proporciona conocimientos y capacidades que perdurarán con mayor facilidad? La segunda.

Otro ejemplo: mientras en los últimos cursos en Lengua Española estudiábamos toda la historia de nuestra literatura (y que conste que me encanta el estudio de la literatura, disfrutaba estudiándolo y disfruto enseñándolo), en Alemán leíamos solo algunos libros, de los que luego hacíamos comentarios de texto, o analizábamos anuncios de periódico o poemas. En dos años, dimos siete temas. Solo siete. Impensable en España, ¿verdad?

Decía al principio de la entrada que no dudo con qué sistema me quedo. Es cierto. Prefiero los temarios lineales alemanes y su forma de presentar el contenido nuevo, a través de la lógica y la razón, además del tiempo que se emplea en profundizar bien en lo que se aprende. Lo prefiero antes que la locura de impartir (o estudiar) un larguísimo temario que picotea con información de mil temas distintos sin tiempo material para profundizar en ninguno. Prefiero que el alumno entienda lo que está haciendo y se le den herramientas para «buscarse la vida» en caso de necesidad, a que solo se le exija aprender de memoria contenidos que luego «vomitará» en el examen y, acto seguido, olvidará.

Sin embargo, rompo una lanza también a favor de ciertos aspectos de nuestro propio sistema educativo. Creo que es positivo ejercitar la memoria, por ejemplo. Lo interesante es que eso que hayamos aprendido de memoria tengamos que comprenderlo y aplicarlo para poder superar una prueba. También creo que los alemanes pecan a veces de un exceso de práctica y una falta de teoría, sobre todo en el estudio de su propia lengua,  cuya gramática, morfología y sintaxis suelen estudiar muy poco. 

Como siempre, en este caso lo ideal siempre sería aprender de lo que los demás tienen que ofrecernos sin renunciar a las cosas que buenas que ya tenemos. Sin embargo, para ello lo primero es conocer otros sistemas, y esta falta generalizada de conocimiento es precisamente la que me ha animado a escribir esta entrada. Que quede claro que en todo momento escribo desde mi propia experiencia como estudiante en un sistema alemán y por lo que sé de este de forma general. No pretendo sentar cátedra.