lunes, 25 de febrero de 2013

La consecutiva, al alcance del estudiante



Esta vez traigo una entrada un poquito diferente. Me desvinculo por un rato de las prácticas en el Parlamento Europeo para comentar el manual de interpretación consecutiva publicado recientemente por mi amiga Clara Bosch.

Clara estuvo el año pasado cursando el Máster de Interpretación de Conferencias y fue en el marco de estos estudios donde comenzó a elaborar este manual, que publicó por fin en el pasado mes de diciembre la editorial Comares y que lleva por título Técnicas de interpretación consecutiva: la toma de notas. Manual para el estudiante. El nombre ya dice bastante de lo que vamos a encontrarnos dentro. 

Se trata de una obra de lectura rápida y sencilla que puede interesar a cualquiera que quiera acercarse a la disciplina de la interpretación consecutiva, pero, especialmente, a estudiantes o a profesionales con poca experiencia. Desde luego, en cuanto a los estudiantes, es muy útil tanto para los amantes de la interpretación (porque les va a encantar leer de manera tan clara y concisa sobre esta disciplina), como para aquellos a los que se les atraviese la consecutiva y crean que no tienen madera de intérpretes (para estos, el manual será de grandísima ayuda para afrontar esta asignatura con más posibilidades de éxito). En cualquier caso, no diría que es una obra pensada exclusivamente para estudiantes. Aunque son los destinatarios principales de este manual, la lectura se hace muy provechosa también para quienes ya no somos estudiantes, pero no trabajamos la consecutiva tan a menudo y tenemos nuestro sistema de notas un poco olvidado, como es mi caso.

El manual se estructura en seis bloques. Los dos primeros, más teóricos, sientan las bases para una buena práctica. En ellos se tratan las principales habilidades del intérprete en general y las fases del proceso de la consecutiva en particular. Antes de pasar a explicar el sistema de toma de notas, se presta atención al instrumento físico más importante del intérprete de consecutiva: el bloc de notas. El bloque más extenso del manual es sin duda el que se dedica a la toma de notas en sí, donde se explica cómo presentar las ideas y se regala al lector una batería de símbolos y abreviaturas que la autora ha compilado o creado ella misma. A continuación, se ahonda en la lectura de notas y se dan unas pinceladas sobre la práctica de la consecutiva. Como anexo, se incluye un discurso real «traducido» al sistema de toma de notas.

Un total de unas ochenta páginas que, si queremos, podemos leer del tirón.

Bajo mi punto de vista, una de las características más interesantes de esta obra, aparte de ser una publicación prácticamente única en España, por su estilo claro, conciso y orientado a la práctica, es el hecho de que la autora presenta su propio sistema de toma de notas de manera que cada lector pueda sentirse libre de adoptar lo que le sea de utilidad, desechar otros elementos y hacer sus propias aportaciones para crear su sistema de notas, único y genuino. Por supuesto, así es como funciona en la vida real: es cierto que hay ciertas pautas en la toma de notas de la consecutiva que se suelen enseñar de manera general pero, al final, cada intérprete amolda el sistema a sus necesidades, a sus lenguas de trabajo y, creo, sobre todo, a la manera de funcionar de su cerebro, que es, a la hora de la verdad, el que trabajará con esas notas.

El libro está ya a la venta, a un precio «de estudiante» (10 euritos), en bastantes librerías, que permiten también encargarlo online. Animo a su lectura a todo el que sienta curiosidad y quiera hacer un acercamiento práctico a la consecutiva.

jueves, 14 de febrero de 2013

Eurolalia: bienvenidos a la jerga de la UE

Hoy me gustaría hablarles un poquito de este concepto de nombre tan curioso: la «eurolalia». El término está compuesto del prefijo «euro», de 'europeo', claro, y del sufijo griego «λαλία», 'habla'. Se trata, por tanto, del habla particular de la Unión Europea, de la jerga específica de las instituciones. Muchas de las palabras que pertenecen a este argot institucional no son de demasiado interés para el resto del mundo, es decir, para todo los demás traductores que no trabajan, de manera directa o indirecta, para las instituciones y agencias de la Unión. 
Sin embargo, otras muchas sí pueden ser muy relevantes para todos. ¿A quién le sorprendería toparse en un texto con expresiones como Estados miembros, Reglamento o Directiva? Estos conceptos forman ya parte, cuando no de nuestra vida cotidiana, al menos sí del Derecho que nos regula. Aunque no seamos siempre conscientes de ello, para todos nosotros hay un nivel más allá del nacional.
He tratado de recopilar aquí algunos de los elementos más comunes y frecuentes de la «eurolalia», para que sepamos a qué atenernos cuando aparezcan en nuestras traducciones.

Estados miembros: este término se refiere, como todos sabemos, a aquellos países que forman, en el momento presente, parte de la Unión Europea. Es interesante tener en cuenta dos cosas: la primera, que hay que escribir la palabra «Estado» con mayúscula, y «miembro», con minúscula; la segunda: que el sustantivo adjetivado «miembro» concuerda en número con el sustantivo «Estado» («Estado miembro»«Estados miembros»). 

Reglamentos y Directivas: son los instrumentos jurídicos más importantes en los que toma forma el Derecho de la UE. Los Reglamentos se caracterizan por ser de obligado cumplimiento en todos los Estados miembros, mientras que las Directivas, como su propio nombre indica, se limitan a dar directrices acerca de un asunto determinado, que los Estados miembros están obligados a trasponer (otra palabra que conviene anotar) a su legislación nacional, en este caso con cierto margen de actuación. 
Según el Libro de Estilo Interinstitucional, se escribirán siempre con mayúscula inicial, estén en singular o en plural. Cabe la minúscula cuando se hace una referencia muy general a ellos, pero yo prefiero, como ven, preservar la mayúscula en todos los casos. Solo va en mayúscula la primera palabra (Reglamento o Directiva), pero no el resto, p.ej.: «Directiva sobre hábitats» o «Reglamento (CEE) nº 2092/91 del Consejo, de 24 de junio de 1991, sobre la producción agrícola ecológica y su indicación en los productos agrarios y alimenticios».
Para buscar Reglamentos, Directivas, y otros actos jurídicos de la UE: EUR-Lex.

Comisiones parlamentarias: son los diferentes grupos de trabajo temáticos del Parlamento, formados por diputados de distintos partidos y países. En inglés son committees, pero en español hay que tener cuidado cuando se está hablando de una de estas comisiones en singular para que no se confunda con la Comisión Europea. Por eso, a modo diacrítico, en la UE usamos siempre minúscula para referirnos a una comisión parlamentaria cuando no se especifica su nombre. P.ej. «Reunión de la Comisión de Pesca», pero «La comisión elige a Fulanito como ponente». Pasa lo mismo con los presidentes de las comisiones, por lo que podemos encontrar frases como «el presidente escribirá al Presidente para solicitar...»

de la Unión/de la UE: más que un término en sí, esto es una llamada de atención. Como sabemos, antes de ser Unión, la Unión era Comunidad. Antes aún de eso, varias Comunidades. Estas palabras desaparecieron por completo, se supone, con el Tratado de Lisboa de 2009. Sin embargo, este resquicio del pasado se sigue colando continuamente en textos actuales, cuando, obviamente, ya no es correcto referirnos al «Derecho comunitario» o al «presupuesto comunitario», por ejemplo. Mucho menos lo es hablar del «Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas». Aunque queda bonito, sobre todo el adjetivo, ahora debemos sustituir esas expresiones por «de la UE»«de la Unión» o «de la Unión Europea»

Consejo de la UE/Consejo Europeo/Consejo de Europa: otra llamada de atención. Supongo que la mayoría sabemos esto, pero por si acaso: son tres instituciones diferenciadas y una de ellas (el Consejo de Europa) ni siquiera forma parte de la UE. Ojo con no confundirlas al traducir o interpretar.

Acervo (de la Unión): esta me encanta y se usa más de lo que podamos creer. Con ella se resume toda la esencia de la UE, los derechos y obligaciones que todos los Estados miembros comparten. Es requisito fundamental para la adhesión aceptar este acervo y hacerlo propio.

Para quienes tengan ganas de leer más sobre el asunto, aquí les dejo la Guía explicativa de la jerga de la Unión Europea

lunes, 4 de febrero de 2013

Viviendo en el único Gran Ducado del Mundo


Sí, les gusta dejarlo claro continuamente: Luxemburgo es el único Gran Ducado que sigue existiendo actualmente en el mundo. 
Demos algunas pinceladas para conocer un poco mejor este, a priori y para muchos, gran desconocido. Después, veremos cómo estos datos afectan a la vida cotidiana.

  1. Es el séptimo país más pequeño de Europa, tras Ciudad del Vaticano, Mónaco, San Marino, Liechtenstein, Malta y Andorra.
  2. Tiene una de las rentas pér cápita más altas del mundo. Y cuando digo de las más altas, me refiero a que, según las listas de las diferentes organizaciones (FMI, Banco Mundial...), que no son todas exactamente iguales, oscila entre el primer y el tercer puesto del ránking. Ojo, mundial, ¿eh? Lo rodean en las listas Catar, Singapur y Liechtenstein
  3. Es el país europeo con mayor porcentaje de extranjeros en proporción al número de habitantes: nada menos que un 43,5%, según estadísticas de 2009. No hace falta ser un as en matemáticas para darnos cuenta de lo que implica: casi uno de cada dos habitantes son extranjeros. La gran, grandísima mayoría, portugueses: unos 70 000, seguidos muy de lejos por los italianos (cerca de 20 000). 
  4. El país ha sufrido mil y una invasiones, de manera que ha cambiado de manos unas cuantas veces cual pelota de ping-pong, El territorio que hoy es Luxemburgo estuvo habitado por tréveros, para ser luego conquistado por romanos. Fundado como ducado por los emperadores germanos en 963, pasa en los siguientes siglos a formar parte de Borgoña, de la España de Carlos V y Felipe II, de la Francia napoleónica, de los Países Bajos y de Bélgica, con varias divisiones en el camino. Consigue, por último, su reconocimiento como estado neutral, aunque vuelve a sufrir conquistas, esta vez por parte de los alemanes, durante las dos Guerras Mundiales.

Y todos estos datos: ¿repercuten en nuestra vida, tanto en la del luxemburgués de a pie como en la del becario? Pues por supuesto.


  1. Es muy simpático vivir en un sitio tan pequeño. Como ya he comentado anteriormente, las excursiones, de un día o de un par de ellos, a Bélgica, Alemania o Francia están a la orden del día. A Bruselas se llega en tres horas en tren, por solo 20 euros para los menores de 26. Para hacer excursiones de un día fuera del país, los opciones más habituales son Metz y Nancy, en Francia, y Tréveris (Trier) en Alemania. También Saarbrücken está a poco más de una hora y, aunque tal vez la ciudad en sí no tenga tanto interés, es un perfecto punto de partida para continuar con otras conexiones ya dentro de Alemania. Por supuesto, mucha gente vive fuera y viene cada día a trabajar (y estoy segura de que les sale rentable).
    De todas formas, me gustaría también romper una lanza a favor de las pequeñas excursiones dentro de Luxemburgo, que te permiten ir conociendo el encanto del país. Y lo tiene. Aquí es cierto que no hay atracciones turísticas muy grandiosas, pero los pequeños pueblos y los caminos del campo pueden tener mucho encanto. Yo me lo he tomado como cruzada personal y me he propuesto conocer lo más posible del propio país. De momento no me he arrepentido.
  2. El nivel adquisitivo medio se nota. Y mucho, muchísimo. No es para nada un país barato, pero es que cuando ves cuáles son los sueldos habituales, casi que los precios de las cosas parecen un chiste. No tanto si eres becario, por supuesto. Pero vamos, que vivir, se vive, e incluso se ahorra sin mayor problema, aun con nuestro sueldito.
  3. El carácter cosmopolita de Luxemburgo puede ser uno de sus mayores atractivos. He conocido personas que dicen que es lo que más les gusta de este lugar, lo que lo distingue de otros muchos. Aquí, se sienten a gusto porque ser extranjero es algo totalmente normal. En la calle se escucha continuamente una amalgama de idiomas distintos (empezando por los propios luxemburgueses, que saltan de uno a otro sin razón aparente). Aparte de los tres oficiales, se oye mucho portugués, español, inglés e infinidad de idiomas que no soy capaz de distinguir. Aunque la generación mayor que trabaja en el sector servicios (tiendas, restaurantes, etc.) puede no saber inglés, los más jóvenes no tendrán problemas en utilizarlo. En cualquier caso, yo intento aprovechar para practicar un poquito mi francés, que es bastante más flojo que el inglés y el alemán, sabiendo que puedo cambiar de idioma y probablemente sigan comprendiéndome.
    Por supuesto, los idiomas vienen acompañados de sus hablantes y eso siempre implica un intercambio cultural tremendamente enriquecedor y una apertura de miras para todos los implicados.
  4. Esto está muy relacionado con el punto anterior y es probablemente una de las razones para la cantidad de extranjeros. Creo que los países que han sufrido un pasado así tienen dos opciones claras: reafirmarse sólidamente en su identidad nacional o bien aceptar lo ajeno como propio y abrirse al mundo. En Luxemburgo, desde luego, ha ocurrido lo segundo. Por poner algún ejemplo tonto: llevo cuatro meses aquí y aún no conozco ningún plato típico. Voy al supermercado y las estanterías combinan sin ningún pudor productos alemanes, franceses, portugueses y de otros lugares. No es que falte una identidad nacional, sino más bien que está compuesta de muchos elementos propios y ajenos.


Ahora que termino de escribir esta entrada me doy cuenta de lo útil para mí que acaba de ser este ejercicio de análisis de datos y su aplicación a la vida. Espero que sirva también, a modo de artículo divulgativo, para arrojar un poco de luz sobre un país que habitualmente llama muy poco la atención, pero que es uno de los corazones de nuestra Unión Europea. Y también espero que avive a algunos las ganas de conocerlo desde dentro.