martes, 28 de mayo de 2013

Mira, mamá, un chino... ¿O no?


Como ya he explicado al hablar sobre mí, Asia Oriental es un espacio geográfico y cultural que siempre ha despertado no solo mi interés, sino también mi cariño y mi respeto. 

Fruto de esta ilusión por lo asiático, estuve estudiando chino mandarín durante un año y medio y si lo dejé no fue porque cesara de interesarme, sino porque la profesora que nos daba clase decidió dedicarse a otros asuntos. También he flirteado alguna que otra vez con el japonés: me he aprendido los silabarios hiragana y katakana un par de veces (para volver a olvidarlos luego por falta de uso), he visto anime en versión original subtitulada y, en una ocasión, quise apuntarme a una academia, pero finalmente no pudo ser.

Sin embargo, no tengo dudas de cuál es el idioma asiático al que más cariño profeso, la cultura que más me llama la atención: Corea, los coreanos y su lengua ocupan un lugar importante en mi corazón. Conozco perfectamente la razón: a los doce o trece años me hice muy amiga de aquella timidísima niña coreana que había en mi clase (y que sigue siendo una de mis amigas del alma: 친구, 사랑해!). A partir de ahí, mi interés por su lengua y su cultura no dejó de crecer. Aprendí muy pronto a leer coreano (y, a diferencia de los silabarios japoneses, el hangul coreano no se me ha olvidado jamás), empecé a estudiar el idioma por mi cuenta, preguntando las dudas a mi amiga, practicando un poquito, muerta de vergüenza, con su familia, intentando hacerme entender con su abuela, por teléfono, en mi coreano macarrónico, para luego no pillar absolutamente nada de la respuesta que me daba. Hice un poquito de inmersión cultural con la comunidad coreana de Las Palmas (de las más importantes de España, gracias a nuestro puerto) e investigué sobre cultura, fiestas, tradiciones, etc.

Hace mucho tiempo que no toco ni el coreano, ni el chino, ni mucho menos el japonés, pero la idea siempre está ahí, at the back of my mind, como dicen los angloparlantes. El otro día, pensando sobre posibles entradas para el blog, me di cuenta de que tenía muchas ganas y muchas razones para hablar sobre el Asia Oriental, sus lenguas y culturas y, en especial, sobre Corea y el coreano. Las ganas no hace falta que las explique. ¿Las razones? Me sirve a mí para refrescar conocimientos y, quién sabe, tal vez volver a empezar a caminar en esa dirección; les sirve a ustedes también, para conocer aspectos básicos de una lengua que no suele tener demasiada difusión y, sobre todo (este es mi objetivo primario) para, al menos distinguir entre un idioma y otro, entre una cultura y otra e, incluso, entre unas personas y otras (es posible, no miento).

¿Por qué digo esto? Siempre me ha molestado el hecho de que, en España, en general, Asia es China. A veces, muy de vez en cuando, Japón. Pero ya está, para de contar: Corea no existe, Tailandia no existe, Indonesia no existe y podría seguir así un rato. Si alguien ve un asiático por la calle, ha visto un chino; si alguien se alisa el pelo para que le dure seis meses, se ha hecho un alisado chino (yo misma me alisé el pelo dos veces y los que me lo hicieron y sus productos eran coreanos, no chinos), y si alguien ve caracteres extraños en la puerta de un pequeño mercado, por supuesto, es chino.

Esta claro que exagero. Y menos mal. Hay mucha gente a la que también le interesan estos países. En especial, Japón y su idioma tienen muchos fans, esa gente a la que le gusta leer manga y ver anime, o, al menos, comer sushi, maki y tempura. En el ámbito gastronómico, es cierto que solemos saber distinguir entre comida japonesa y china, aunque pocas veces tengamos en cuenta que la mayoría de los restaurantes japoneses están regentados por chinos y coreanos.

Opino, en fin, que hay una laguna cultural muy grande. Es cierto, son países que nos quedan muy lejos, pero eso, hoy en día, no es una excusa. Por otro lado, no puedo pedir que a todo el mundo le interese ser correctos y precisos al definir culturas, países y personas. Sin embargo, nosotros somos traductores, a nosotros sí debería importarnos, y mucho. No se nos ocurriría confundir Austria con Alemania, Canadá con Estados Unidos, Irlanda con Inglaterra (parejas de países que incluso hablan el mismo idioma), pero sí nos descuidamos a veces pensando en Latinoamérica como un todo homogéneo (nada más lejos de la realidad), en África como dos partes homogéneas (la África árabe del norte y la África negra del sur), en la extinta Europa del Este como el bloque que ya no es... o en Asia Oriental como una China más enorme aún de lo que realmente es, ese gigante asiático que amenaza con comernos a todos en un futuro no muy lejano.

Como ya me ha quedado una entrada muy larga, pero no quiero despedirme sin dejar nada de chicha, dejo aquí, para echarles un vistazo ahora y desgranarlas otro día, unas pequeñas muestras de idiomas asiáticos por escrito. Para muchos habrá poca novedad en esto, pero creo que es importante empezar por el principio y dejar claros algunos conceptos. 

Chino mandarín. Caracteres pictográficos.

Japonés. Hay algunos caracteres "al estilo chino" ahí dentro,
pero no todos, ¿verdad? Curiosa mezcla que tiene su razón de ser.

Coreano. Se ve a la legua que es totalmente diferente
y muchísimo más sencillo. Ya veremos por qué.

Tailandés. Sé muy poco de este idioma, pero siempre
me ha encantado su escritura. Mucho más florida que
las demás, como vemos. Visto esto, la posibilidad de confusión
es nula.



Es fácil darse cuenta de que, a poquito que uno se esfuerce mínimamente, distinguir, al menos, el idioma en el que un texto está escrito no es nada complicado. ¿A que no?

Seguiremos en la próxima entrada explicando un poco estas diferencias y desvelando misterios.

Hasta entonces, 안녕히계세요!

¿Qué idioma ha sido? Si solo ves cuadritos... es hora de ir añadiendo idiomas al ordenador :D


12 comentarios:

  1. Bueno, tú ya sabes que aunque tú eres un pelín más fanática y te has dedicado más que yo a estudiarlas, soy otro amante de estas lenguas. De hecho, con el japonés llegué a cierto nivel de turista y supe hacer frasecillas simples para presentarme. A ver si con el tiempo y dinero recupero la buena costumbre de aprender idiomas :P

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Claro! En esto vamos de la mano... Tú más hacia el japonés, yo más hacia el coreano, y con nuestro (oxidado) chino en común :D No subestimes tu japonés, que tú eres de los que ves cuatro anime y ya terminas con un A2 :D

      Eliminar
  2. ¡Me gusta mucho tu blog, Mag!

    ResponderEliminar
  3. ¡Qué razón tienes! Algo parecido pasa con Europa del Este. Todo lo que viene de ahí es ruso como si los demás países no existieran.

    Un saludo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente. Aunque es normal que no conozcamos los entresijos de todos los países del mundo (sería inviable), la divulgación y la concienciación, aunque sean a pequeña escala, nunca están de más.

      Eliminar
  4. Si bien se tiende a tachar a cualquier persona con ojos rasgados de chino, no cabe duda de que a veces responde más a una broma que a otra cosa (espero que no con desdén o mala saña). No obstante, creo que hay bastante gente que es consciente de esa diferencia cultural y capaz de distinguir con más o menos acierto las churras de las merinas.

    Ahora bien, en lo que sí coincido contigo plenamente es que el traductor debería, de-formación profesional, preocuparse por entender lo exógeno, por apreciar y disfrutar las pequeñas diferencias que hacen del mundo un lugar más entretenido. Se supone un comunicador, un mediador intercultural, un ciudadano del mundo, por lo que estancarse o acomodarse en su círculo de conformismo tan solo le haría empañar esa inquietud que tanto se debe mimar.

    Interesante reflexión, Magda.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Ruth.

      Gracias por comentar. Por supuesto que mucha gente es consciente de estas diferencias culturales, pero no creo ni por asomo que lleguen al 50% de la población española los que la tienen en cuenta habitualmente. Cuando yo empecé a sentir esta poca consciencia, aún era adolescente y me relacionaba sobre todo con adolescentes. Probablemente eso también tuviera que ver en mi percepción del asunto.

      Coincido plenamente con tu segundo párrafo.

      Eliminar
  5. Afirmo lo que dice Elena: A mí también me gusta mucho tu blog, Magda.

    ResponderEliminar
  6. Hola Magda, comparto tu entusiasmo por Asia oriental y sus idiomas tan fascinantes por la escritura como por la fonética, tan distintos a las lenguas occidentales. Me he embarcado en el estudio del chino y aunque es muy difícil también es divertido. Anteriormente estudié japonés, que si bien no tiene la dificultad de los tonos chinos, pero la mezcla de tres sistemas de escritura complica mucho las cosas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, la verdad es que la pronunciación japonesa es sencilla, pero esa mezcla tan curiosa en la escritura dificulta las cosas.

      A mí el chino me parece un idioma muy bonito. No la pronunciación (demasiado cantarina para mí gusto), pero sí su escritura. Me fascina estudiar caracteres chinos. Es muy interesante ir dándote cuenta de la lógica que se esconde tras cada uno de ellos y, además, me llama poderosamente la atención el saber que se trata de algo tan antiguo.

      Un saludo. Y mucho ánimo con tu aprendizaje. Hace falta mucha fuerza de voluntad para llegar a un nivel considerable en este tipo de idiomas.

      Eliminar